domingo, 30 de junio de 2019

Democracia global


La definición de democracia que nos aparece en algunos diccionarios es la siguiente: Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes.
No todos los problemas se resuelven con poder elegir a nuestros gobernantes, la verdadera democracia tiene que estar fundamentada en la justicia y en la defensa de los más débiles; pero ¿en qué se traduce esta idea en la práctica?.
Oímos hablar a menudo del PIB (producto interior bruto), del IPC (índice de precios al consumo), y de decenas de indicadores económicos. El PIB está en pocos bolsillos, ¿para qué quieren los que rozan la pobreza extrema el IPC, si no pueden adquirir los productos y servicios más básicos?. No es cuestión de indicadores sino de reparto justo de la riqueza.
Aunque sean unos argumentos ya trillados, ¿sabéis cuánto se gasta en armamento anualmente?, pues en 2018 1,38 billones (con be) de euros; ¿sabéis cuántos millones de menores de 15 años murieron en 2017?, 6,3 millones de niños; ¿sabéis cuanta comida se tira en el mundo en un año?, 1.300 millones de toneladas.
La verdadera democracia existe cuando un pueblo y sus gobernantes intentan por todos los medios que no se den estas situaciones de desigualdad. No nos debe valer con que nos digan lo difícil que es ayudar al desarrollo de los países más pobres, de llegar a la población marginal dentro de los países industrializados y emergentes.
Ahora que tanto hablamos de globalización, de sostenibilidad, de planes de desarrollo global, etc., debemos entender y asumir que la verdadera democracia es un cambio radical en nuestra forma de vida, de valores, de pensamiento y de acción en favor del desarrollo de todos, evidentemente no se trata de igualar en la pobreza sino de que todos podamos disfrutar de una vida digna, empezando por los que más lo necesitan.



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